Queridos amigos. Después de un mes de silencio vuelvo a visitarlos. No quiero siempre justificarme acerca de por qué escribo o dejo de hacerlo. Hay que tener ganas. Y eso es todo. No quiero perder este espacio, que ya es un lugar en el que me siento cómodo. La comodidad me importa mucho. Es un valor. En lo que considero signo de una inclinación heterodoxa pero sostenida hacia el taoismo, acabo de pedir por internet las historias completas de Winnie the Pooh y el primer tomo de las historias inéditas de Le Petit Nicolas. En parte por eso no escribo. Fluir como el agua. El silencio es un ejercicio difícil y valioso. Por visitar un lugar común, me despido citando la proposición 7 del Tractatus de Wittgenstein.
"De lo que no se puede hablar hay que callar"
domingo, 22 de marzo de 2009
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