Ayer pasé un rato muy feliz. Fuimos con Liza a ver a the Muffs. Parece que son una banda punk ya añeja (ellos decían que era su cumpleaños nro 15) de esas que yo no conozco ni en pedo porque no era punk en la secundaria (véase placeres de adolescencia), pero Liza estaba emocionada de encontrarse con sus ídolos de los años escolares. Me encantó. Eran muy buena gente. Estos últimos meses vividos acá me han hecho apreciar a la gente que da su amor sincero y no te pide. En el escenario también (véase alguna crítica a otros shows en entradas anteriores). Estos te daban amor, canciones punks de las que me gustan (las que son como tempranas esqueléticas canciones de los beatles tocadas el doble de rápido, no las que de adolescente angustiado), aullidos femeninos y absolute goofiness. Eran tres. La chica que cantaba (que debería estar cerca de los 40 según los pronósticos más optimistas) tenía pinta de nena de 22, con su flequillito de punk tierna, su camsitita y felicidad pop. (sólo cuando le mirabas los brazos, te dabas cuenta de que el tiempo había pasado). No sé, me encantaba que no pretendieran nada, que bromearan sobre cómo habían pasado de moda, que salgan después de los bises a seguir tocando al grito de "fuck it, it's our birthday". Me gusta encontrar gente aquí y allá que combate por el bien. Me hizo sentir bien.
The Muffs - New Love
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1 comentario:
Creo que te entiendo y me gusta que pienses de ese modo. Beso (no se saluda en los comments pero bah)
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